lunes, 5 de julio de 2010

Tenía un demonio rojo dentro del pecho que hacía fuerza para salir. Era como ese viejo angel solitario que contemplaba la ciudad azul, la vida de los otros y sus luces. Avanzaba con la fuerza de los vientos huracanados con arremolinada locura, devastándolo todo. Él me dijo que la única droga era la libertad.