jueves, 12 de noviembre de 2009

Chorch

Todo es lenguaje. Chorch, como le dice el Tonga a Jorge, es un alquimista del lenguaje. Qué curioso, Tonga que para nosotros es Gastón al vesrre afectivamente, para los porteños, supuestamente y quiero recalcar el supuestamente, Tonga es lo viril. "Acá tonga es poronga" decía el Tonga que le explicaban unas compañeras de estudio, "así que por favor, no uses ese término y estudiemos".
Con Chorch, una vez conseguimos un juego para computadora de boxeo. Tenía a varios pugilistas, pero el que elegía a Lamotta, les rompía el alma a todos. Era así. No había con qué darle. Empezamos entrenando livianito, unos minutos por día, y después se hizo vicio, y le dábamos masa al game varias horas. "Grande Lamotta!, con Lamotta te rompo el culo! Mucho, mucho Lamotta, Lamotta for president", pero jorge no puteaba. Jorge nunca puteó. Es un fenómeno. Raro y curioso fenómeno. Nunca se lo ha visto de torso desnudo. Por eso, nos preguntábamos los fines de semana, cuando no reunímos con los gurieses, si tiene ombligo Jorge. Si no tiene ombligo, es probable que sea un Adán anacrónico, y como no putea, y ahora se dejó el pelo largo, ya tenemos a un salvatore nuevo en el barrio.
"Lamoura, la gran Moura" exclamaba Jorge, parafrasenado la pronunciación de los yanquis de la tele. "Qué grande es Lamoura" decía Jorge cada vez que ganaba con Jack Lamotta a Sugar Ray Robinson, y quedábamos con los dedos acalambrados de tanto darle al teclado, y yo doblemente caliente, porque además de perder no podía conseguir que Jorge puteara.
"Puteá, puteá como un hombre, no seas cagón" y él nada.
Volvía a perder y con mirada de zorro disfrutaba "La gran moura, aguante la mourira!" vitoreaba Jorge.
Un día llevó la alquimia más lejos. Trabajaba a deshora la materia del lenguaje Jorge. Se había hecho una copia del juego, y retaba no sólo a su hermano, sino también a sus amigos. Mostraba ante el mundo la fuerza de Lamoura. "Tomen, manga de pouros" les decía. "Sirvanse de esta choura, prueben todos juntos la destreza de Lamoura". Chorch era imparabale. No sólo no habíamos conseguido que puteara ante la situación más adversa, sino que ahora anteponía la pronunciación americana sobre los insultos más vulgares.

2 comentarios:

  1. Lo leo una y otra vez y es brillante. Que se siga publicando la saga Chorch. En una de esas descubrimos el secreto.

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  2. Me haces reir, quiero saber más de Chorch.

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