miércoles, 10 de febrero de 2010

El arcón de los recuerdos

Estuve haciendo un poco de cyber orden, organizando vaya a saber uno qué cosas inexistentes. Porque no hay nada más irreal que el lenguaje informático: esa sucesión de números y abstracciones complejísimas que hacen que cualquier perejil (yo en este caso que estoy sentado tipeando como cualquier otro tipo) use una computadora para escribir. Estoy en una etapa escriba. Antes pensaba que cualquier persona que supiera mínimamente leer y escribir, era un escriba. Qué ingenuo. Ahora apenas pienso. Y para qué pensar, no¿? Como se enfurecía Lacan en los documentales del canal Encuentro. Puteaba no sé qué cosa en francés. Yo no sé cómo pudo ser tomado en serio un tipo que se dirige a un auditorio con ese piyamita ridículo. Pero bueno. Allá ellos, aquí Cosquín.
Revisando, decía en el arcón de los recuerdos encontré una poesía cuya autoría pongo en duda, siempre desde el resentimiento que me genera "la gracia que no quiso darme el cielo" como decía Cervantes sobre su falta de talento para la poesía. Me saco el saco y me pongo el pongo pa´ presentar esta poesía zarpadita que escribió una dama. Lleva por título "Inocencia", y dice más o menos así:

         INOCENCIA
  Quiero expresar mis nostalgia en versos que cansada
   dirá mi infancia de bruma y aleteo
  Y la facción funesta de mis días
   por un vasto dolor y cuidados externos.

   En el polvo mágico de los sueños perdidos

   y en las manos dulces de una caricia casi compartida,
   en la niebla vaga de ilusión, de inspiración,
   encuentro mi sustento para esta mi armonía.

   En la espina asquerosa que tu amor causó,
   y en la gloria de espuma que tu dolor ideó,
    en el rayo espantoso de mis días nublados

    puedo torturarme con la flecha de tu llanto.

  Y tu boca es anáfora de agua exquisita de manatial,
   tu andar es misterioso viento,
   purísimo al caminar,

  tus ojos infames son perlas de escarlata,
  Y tu piel rosada es tórtola del alba.

   Y persigo un fantasma de color extraño,
  lo adoro y lo respiro, en las lluvias del secreto,
  lo guardo en frágil palacio de cristal y hierro.

  Y guerreo en los suspiros del profeta,
  ataco en las hamacas de los divinos ángeles,
  Y lloro desconsolada al ver mi inocencia,
  tan querida y tan desplumada.

                                       S.L.B.D

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